Husmeo de habitación en habitación.
Buscando misterios y maldiciones que la realidad dejó tras de si en
su huida hacia ninguna parte. Me asomo por los ventanales, observo y
un ejercito de árboles aguarda en silencio evitando que los gritos
de desesperación se alejen más allá de la puerta de entrada.
Hace tiempo que tengo miedo de mirar
hacia atrás y convertirte en una estatua de sal. O peor, pues me
perdí en un mundo que nadie comprendía, con el objetivo de luchar
contra fantasmas que sólo yo veía.
Soy a la vez prisionero y carcelero en
esta tétrica cárcel de papel.